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La trascendencia interna de la limpieza y el orden

Actualizado: 24 feb

¡Hijo, ve a tu cuarto y límpialo!
Pero mamá, ¡no quiero!

Parece un diálogo con el que toda mamá se podría identificar, y es que, más allá del acto de "ser limpio u ordenado" es importante entender cuál es la trascendencia que dichos actos pueden tener en un mismo. Y parto de que ya en otros artículos he mencionado que el caos exterior es una buena pintura del caos interno de cada uno.



Te voy a invitar a imaginar tu habitación, que visualices el orden que hay en ella. Probablemente, lo primero que vas a denotar será el encuadre, es decir, las paredes que limitan el espacio. Y a partir de ahí, empezarás a encontrar cómo están acomodados los distintos muebles que hay: objetos, decoraciones, etc.


Y si bien, la premisa al pensar en un cuarto, oficina, casa... está en la organización de los muebles. En realidad, lo primero en lo que uno piensa al momento de habilitar una habitación es en el uso óptimo de los espacios.


Así es, el orden de las cosas viene en función de los espacios. Al momento de querer acomodar un cajón, por ejemplo: se piensa cómo se van a utilizar los espacios de la mejor forma. Y si se abre un cajón sucio, polvoso, seguramente será un cajón que posiblemente permanecerá siendo evitado. A menos que uno tome tiempo y valor para enfrentar aquél desastre que se ha dejado pasar.



Las emociones y el pensamiento como un buró de cama

Imagina ahora que tus pensamientos también tienen un orden y también tienen que limpiarse de vez en cuando. Al igual que como abrirías un cajón para limpiarlo y ordenarlo, de la misma forma se habría de hacer con alguna emoción o pensamiento no resuelto.

  1. Primero, hay que sacar todo lo que hay ahí para ver qué es útil y qué no.

  2. Se limpia y se pule aquello que aún sirve y tiene utilidad. Incluso se atesoran aquellos objetos/pensamientos que tienen un valor emocional positivo para uno (pues difícilmente una persona guardaría un objeto de alguien que le ha hecho daño).

  3. Se limpia todo el cajón para que, de nuevo, se puedan guardar las cosas que son importantes. Claro, quizá el espacio por alguna razón tenga un chicle pegado y costará trabajo sacarlo; pero es posible.

  4. Y finalmente se guardarán los objetos de nuevo en el cajón con un nuevo orden y propósito.


Podría asegurar que todos conocemos la satisfacción que viene cuando se termina de limpiar un espacio y queda radiante; acompañado de una sensación de paz y de tranquilidad, de orgullo y calma.


Si quieres aprender a limpiar tu espacio interior, una excelente forma de aprender a hacerlo, es comenzar por la práctica de limpiar algún espacio exterior. Toma nota y con la misma sencillez de cada paso, aplícalos para ti.


'¡Si necesitas ayuda siempre puedes escribirme y con gusto te guiaré en tu proceso!

 
 
 

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